A finales de 1993, me encontré con una maravillosa pintura de Lucien Freud. Era un hombre corpulento, sentado en el suelo, en la foto por detrás. Yo tenía una conexión fuerte e inmediato a su simplicidad de líneas y la calidad de la luz. La imagen comenzó a perseguirme. Me pareció cruzar la línea entre la pintura y la fotografía. Empecé a reexaminar mi acercamiento al retrato figurativo. Un amigo en Polaroid me había dado una cámara SX-70 unos años antes. Después de haber visto la pintura de Freud, me re-considerar sus posibilidades. Después de la exploración, encontré a alguien que fue capaz de adaptar la cámara SX-70 para trabajar con mi iluminación de estudio y técnicas. Entonces, cuidadosamente manipulado la imagen de la superficie para darle dimensión y presentar una calidad pictórica que amaba. Por desgracia, Polaroid - la empresa, la película, las cámaras están fuera del negocio. Estoy tan agradecida que era capaz de experimentar la magia de Polaroid cuando pudiera! "
Pablo Solari por Adrian G Basualdo Un largo y solitario camino La mirada clara de Pablo Solari custodia el paisaje raigal del barrio porteño de Flores, donde nació en abril de 1953. Un lugar de avenidas transitadas, como aquella Juan Bautista Alberdi en la que medio siglo atrás estuviera su casa natal, o la San Pedrito en la que hoy tiene el taller que comparte con "Monchi", el gato blanco que pasea con gracia por entre colores y pinceles, pero también de calles recoletas, de adoquines adecuados para el fútbol entre amigos y la lectura compartida de los libros de aventuras de la colección Robin Hood. Una infancia con eje en la vida familiar, donde la presencia de Italia se materializaba en padres y abuelos inmigrantes recientes, originarios de la Toscana, que se resistían a dejar su lengua y sus costumbres, sus canciones y el sobrevuelo de las melodías de Puccini y de Verdi cuyos ecos aun tienen vigencia en las mañanas frescas de este invierno de 2003. L